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  • EL APRENDIZAJE: el interés, la fuerza y el entusiasmo de la persona en esta etapa está puesto en absorber todos los conocimientos que estén a su alcance para dominar esta función que, percibe, es el motor que la impusa: la que lo hará realizarse en lo que siente profundamente que es aquello para lo que ha nacido.
  • LA MAESTRIA: en esta vida nacen dominando su función, la que ya han desarrollado en una o en varias vidas anteriores. No necesitan aprenderla, sino solamente "actualizar" conocimientos, que rápidamente ejercen con precisión y alegría, reencontrándose con una actividad conocida, querida y gratificante.
  • EL RELATIVISMO: nace con el don innato y una enorme facilidad para cumplir con su función. Tal es su saber, (y el orgullo que va creciendo en la apropiación de ese saber), que los límites de lo legítimo y de lo que no lo es se empiezan a borrar en el ejercicio de su función. Gradualmente empieza a tomar como legítimo todo aquello que le sea posible intentar, y va borrando cualquier valor ético y social que le pueda poner algún límite humanamente aceptable a su trabajo o a su profesión.
  • LA EMBRIAGUEZ DE PODER: nace con una explosiva mezcla de maestría excepcional en su función, (que le da un poder indiscutible), junto con una soberbia rayana en lo patológico, un descreimiento total con respecto al bien común y un bárbaro desprecio por los demás. Distorsiona su función cuanto le parezca útil para dominar y manipular a los demás, suponiendo que esa situación es lógica y podrá mantenerse en ella todo el tiempo que él quiera y sin sufrir consecuencias negativas.
  • LA CAíDA: nuevamente se manifiesta la ley de causa y efecto, y ahora recoge el resultado de sus acciones anteriores naciendo en circunstancias de severa infe-rioridad física, psíquica o social. El sufrimiento de esa vida puede ser excelentemente usado para ir descubriendo los graves daños realizados antes, y para encontrar creativamente la posibilidad de reparación de esas situaciones pendientes, usándolas para su propia evolución, y para impulsar la evolución de los que lo rodean.
  • EL MIEDO Y LA CULPA: nace paralizado por el temor y una oscura culpa que no sabe de donde proviene (hasta descubrir en regresiones a vidas anteriores la causa que lo atemoriza). A pesar de gozar de condiciones normales y buenas apti-tudes, se siente permanentemente inferior a los demás y bloqueado en sus auténticas posibilidades. El recuerdo inconsciente de lo ocurrido en sus vidas anteriores le da una sensación de catástrofe inminente, que le impide llevar adelante su función.
  • LA ACUSACIóN: proyecta en el mundo, en las personas y en las circunstancias, aquello por lo que él mismo fue acusado en vidas anteriores, y se encierra en el círcu-lo vicioso de querer cambiar los acontecimientos externos, sin atinar a descubrir las causas internas que lo mantienen detenido en una acusación estéril que no genera acciones concretas, ni en el mundo ni en su propia vida.
  • LA PARáLISIS CREATIVA: da tempranas muestras de la función que ya trae bien desarrollada y la realiza con éxito, hasta que en un momento un hecho determinado desencadena el recuerdo inconsciente de la caída y los dolores sufridos en vidas anteriores y se paraliza en esa función, sin descubrir el porqué ni el cómo salir de esa situación dolorosa y frustrante.
  • EL DEBER AMARGO: desde el principio de esta vida realiza la función que ya trae aprendida, y en la que se sigue especializando activamente, pero sin alegría. Doloro-sas circunstancias pasadas que trae al nacer como recuerdos inconscientes, le im-piden disfrutar de aquello que hoy hace, y muy bien. Hacer conscientes esas viven-cias inconscientes a través de regresiones, le permitirá recuperar el placer y la alegría de aquello para lo que se ha formado, y que profundamente desearía disfrutar.
  • EL AMANECER: en esta etapa la función ha pasado por todas las anteriores, y aparece, por fín, desbloqueada y libre. Pero además, con una sabiduría que no tenía en la etapa de la Maestría, o del Relativismo. El que nace en esta dichosa etapa parece ir con inalterable alegría y viento a favor en lo que hace. Porque ya ha sufrido en vidas anteriores las distorsiones a las que pudo haber sometido su función, y las amargas consecuencias le han enseñado a apreciar lo que hace en su excepcional y único valor, y a hacerlo no sólo con maestría, sino con delicadeza y respeto por todo y por todos.
  • EL MISTERIO DE SER UNO MISMO: el que nace en esta etapa, tiene una triple y reconcentrada atención: la que pone en realizar espléndidamente su oficio, la que pone en responder con precisión e inteligencia al mundo que lo rodea, y la que pone en buscar la respuesta a la acuciante pregunta que no deja de hacerse un instante en su vida: saber Quién es. No sólo en sus circunstancias, sino en su esencia. Cuando logra responder a esta pregunta, en general después de varias vidas de búsqueda, se encuentra, se reconoce y se comprende. Se suele llamar a este encuentro: Iluminación.
  • LA CONSCIENCIA AMPLIADA: la persona que nace en esta etapa da una contínua y conmocionante impresión de vivir en una espiral de la evolución más alta que la de los demás seres humanos. Parece haber desarrollado una mente, un sistema emocional y una intuición superior a la de los demás. Su inteligencia no es analítica sino sintética. Allí donde los demás ven las partes, él ve el todo. Donde los demás ven seres o grupos humanos en conflicto o países en oposición, él ve interrelaciones dinámicas cargadas de sentido, en las que se puede intervenir solamente para ayu-darles a aclarar lo que están haciendo, y para desarrollar su potencial de inteligencia integradora que pueda usarse para el crecimiento conjunto y para bien de todos. Tal como él mismo lo hace.

Cada una de estas etapas impregna con su propia significación la vida del que está pasando por ella, y al mismo tiempo, puede aportar un decidido impulso para su evolución. Sobre todo si el evolucionante se da cuenta de en qué punto está, qué puede ganar en esa etapa, y cuáles son los pasos que puede empezar a dar para pasar a la etapa siguiente. Ese es el objetivo de los ejercicios personales que se despliegan en "A la luz de nuestras vidas pasadas": ser una herramienta que ayude a la evolución consciente de cada uno de los que lo leen.

EL KARMA Y SU ACCIÓN ILUMINADORA

Cuando egresé de la Facultad, no tenía la menor idea de este concepto, totalmente desconocido en los medios académicos occidentales, y menos aún en el psicoanálisis y en la psicoterapia tradicional ortodoxa. Pero a medida que fui descubriendo y especializándome en la psicoterapia de vidas pasadas, me fui abriendo a otras corrientes de conocimiento, descubriendo, a veces con asombro pasmado, que en otros lugares de la tierra había habido excelentes psicólogos desde hacía milenios, que conocían en profundidad fenómenos de la consciencia y de su evolución, totalmente desconocidos para nosotros. El karma era uno de ellos. Karma, en sánscrito, significa acción. Describe una simple ley: la de que a cada acción le sigue una reacción consecuente con la acción que la ha producido. Esta ley abre toda su significación cuando se la descubre actuando a lo largo de la vida de una persona. Con una mirada atenta, se puede observar cómo alguien va condicionando su propia vida , no solamente por los componentes hereditarios que trae, por el influjo de la familia y del medio en el que ha nacido y se ha educado, sino a través y fundamentalmente por sus propias acciones. Los hechos que él mismo produce, le traen nítidamente respuestas afines a esas causas que él mismo originó. Es un proceso tan transparente como el de cosechar el fruto correspondiente a la semilla que se sembró. Cuando observamos este proceso actuando a lo largo de un ciclo de varias vidas anteriores, descubrimos cómo la ley del karma va orientando la función de cada uno hacia su progresivo desarrollo y completud. Si la persona se va apartando del hilo de su función, la retribución de esta distorsión será la de consecuencias frustrantes y dolorosas en la propia vida. En cambio, si los actos que "siembra" van en el camino limpio de la función, la retribución kármica será la de obtener cada vez mayor conocimiento, afecto, dones y bienestar material, mental y espiritual. Si siembra escepticismo, él mismo irá descreyendo de su propia función. Si siembra desmanes y atropellos, nacerá y vivirá entre desmanes y atropellos un lapso no menor de los que hizo padecer. Cuando vaya entendiendo la ley de causa y efecto, irá generando conocimiento, y el conocimiento irá fructificando en esa vida y en las próximas. Y si lo que siembra es servicio a través de su función, esa causa volverá multiplicada a su vida llenándolo de abundancia, alegría y plenitud creciente, en esa vida y en las próximas. En todo el trayecto evolutivo el karma va obrando como un faro en las tormentas, como un exacto mecanismo orientador en nuestras vidas. La luz de la comprensión que nos da la ley de causa y efecto, nos va mostrando si lo que hacemos nos aleja o nos acerca a nuestra función. El dolor como un despertador vital nos advierte que nos vamos apartando de nuestro verdadero camino; y la alegría como una retribución gozosa, nos anuncia que nos vamos acercando a nuestra función, a aquello que realmente somos, a aquello para lo que hemos nacido.

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