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Parece difícil de creer, pero cuando nos ubicamos en el contexto de una vida pasada resulta menos absurdo. Una vida desarrollada en un ambiente monástico, un convento, por ejemplo, pudo habernos conducido a firmar pactos de pobreza, obediencia o castidad. La participación en sectas o grupos de fanáticos raciales o religiosos pudo hacernos jurar fidelidad a algunos y odio a otros. Un gran amor, vivido con extraordinaria intensidad y quizás perseguido por prejuicios familiares o condicionamientos sociales, pudo habernos hecho sellar con un compromiso de eternidad un vínculo que sólo tenía trascendencia en aquella vida.



En su momento, creímos que aceptar esos compromisos era lo correcto. Lo hicimos con determinación y fe. Pero en la vida actual, sufrimos las consecuencias. Es importante que tengamos en cuenta una cosa: estos pactos no tienen valor desde el punto de vista espiritual en el largo plazo. El alma solo tiene un compromiso: evolucionar hacia la LUZ, la VERDAD y el AMOR. Los pactos firmados en vidas pasadas, no sólo limitan las condiciones materiales de la existencia, sino que -además- favorecen el endurecimiento del ego y no su trascendencia.



Veamos brevemente los pactos mas frecuentes:


  • Votos de Pobreza: firmados en el seno de religiones o filosofias en donde el dinero era considerado algo perverso. El voto de pobreza se sostenía en la idea de que Dios nos va a mantener a pesar de todo, pero ignora el hecho de que la mejor manera que tiene Dios en esta epoca para mantener a sus criaturas es a través de un ingreso suficiente. Si eres una persona que cree que el dinero es malo o que no se mezcla con la espiritualidad, o si has experimentado sistemáticamente problemas financieros, es posible que en una vida pasada hayas hecho un voto de pobreza.


  • Votos de castidad: aquí, la creencia es que lo que está mal es la sexualidad. Los placeres mundanos se consideraban opuestos al desarrollo espiritual. Claro que esto no fue un concepto universal, muchas religiones orientales le han otorgado al sexo un carácter sagrado, propiciatorio de la unión con Dios. Si has experimentado recurrente falta de deseo sexual, disfunciones sexuales (impotencia, frigidez), o tienes problemas con la intimidad, es posible que hayas asumido un voto de castidad en vidas pasadas.


  • Votos de abnegación: se trata de un pacto de auto sacrificio que de alguna manera expresa que uno postergará toda satisfacción personal a favor de los deseos y necesidades de los demás. rechaza de plano el amor a uno mismo. Si sientes que siempre cargas con las responsabilidades de los demás, sientes una compulsión por ayudar a otros por encima de tus propias necesidades y tú estás siempre en el ultimo lugar de la fila cuando repartes energia, es posible que hayas firmado un pacto de abnegación.


  • Votos de celibato: equivale a renunciar a establecer una relación emocional significativa debido a que estamos "casados" con Dios. Pero es Dios quien nos da compañeros de alma para mostrarnos aspectos de nuestro propio yo. Los votos de celibato se manifiestan de muchas maneras: sabotaje a las relaciones personales intimas, miedo al compromiso, y una historia personal que registra numerosas relaciones que terminan abruptamente. Negarnos la posibilidad de vincularnos profundamente con alguien es una manera de estancarnos en nuestro crecimiento. Si este es tu caso, es probable que hayas firmado un pacto de celibato.


  • Votos de silencio: en ciertas órdenes religiosas antiguas, la palabra se consideraba una de las herramientas del Demonio para seducir a los mortales. De allí se derivó la creencia en que el silencio ayudaba a mantener la pureza del alma. He detectado otros casos, por ejemplo, personas que han vivido en contextos de guerra siendo portadores de secretos o informaciones vitales para su país, los cuales juraron no hablar y fueron torturados hasta la muerte. Hoy en día, estas personas experimentan extremas dificultades para expresar quienes son, y decir la verdad.


  • Votos de sufrimiento: en algunos contextos históricos, el cuerpo fue considerado un impedimento para el crecimiento espiritual, y por lo tanto era flagelado, castigado, dañado para probar el compromiso con la Divinidad. Nuestra concepción actual del cuerpo es diferente: entendemos que es el vehículo a través del cual se expresa nuestra alma y por lo tanto cuidarlo es importante. Sin embargo, muchas personas tienen conductas dañinas hacia su cuerpo que no pueden controlar, desde morderse las uñas a persistir en adicciones. Algunas de estas personas descubren a través de la regresión que han vivido en contextos religiosos de desvalorización corporal.


  • Votos de obediencia: implican abandonar la propia voluntad y subordinarla a la voluntad de Dios. Los problemas de obediencia surgen cuando ésta es completamente ciega, porque si uno cree que la voluntad de Dios es destruir al infiel, a quien no cree en el mismo Dios que nosotros y actúa en consecuencia (convirtiéndose en un mensajero del odio), sólo acumulará mas karma. Una vida evolucionada implica convertirse en compañero de Dios en su tarea creadora, no un subordinado ciegamente obediente. El aprendizaje consiste en el equilibrio entre ambas voluntades. Muchas personas, que se sienten hoy incapaces de enfrentarse a la autoridad (ya sea un padre fuerte, un jefe o el sistema de reglamentaciones impuesto), 
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